Viene de
El último juego perdido y
El último juego perdido (II) y más que recomendable es estricatmente necesario haber leido estas dos partes antes de seguir con la parte final del texto.
Aprovecho para pedir perdón a los lectores que han estado pendientes del final del relato pues este se ha demorado más de lo aceptable y la única responsabilidad es mia.
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Ante la imposibilidad de encontrar la solución al problema por mi mismo, me vi obligado a contar con la ayuda de otras personas. Es obvio que cuatro ojos ven más que dos, pero lo de trabajar en equipo era algo que había descartado hasta ahora por el simple hecho de poder atribuirme solo a mi semejante descubrimiento.
Empecé pidiendo permiso a
Oriol Comas para consultar su impresionante
biblioteca sobre juegos en busca de analogías pero lo más parecido que encontré fueron los juegos de mancala, el Awithlaknannai de los indios zuni norteamericanos y el Mu el torere maorí. Sin pasar a analizar basándonos en los reglamentos el verdadero parentesco de estos juegos con el 53, lo cual podría ser muy discutido, ninguno de los dos primeros me sirve ya que son juegos de captura. Solamente en el Mu Torere se da el hecho de que no se gana capturando (sino inmobilizando al rival). No obstante, admitir alguna relación entre el Mu Torere y el 53 supondría admitir vínculos históricos entre los esquimales y los maorís australianos, lo cual es más absurdo que improbable.
Tras este fracaso, le conté la historia a mi amigo Jose Bilbao, quien desde el primer momento mostró un interés tal, que no permitió que me relajará ni un instante. Fueron varias las sesiones de testing que tuvimos en su casa. Todas las partidas las anotábamos, jugando sobre un tablero en el cual cada casilla estaba numerada del 1 al 14. Lamanteblemente muy pronto se nos acabaron las ideas y no conseguimos dar con nada convincente. Solo entonces cuando ya estabamos apunto de tirar la toalla Jose me preguntó: "¿Por qué se llama el juego el 53?". Y la verdad es que no supe que contestarle, pero ambos al mismo tiempo nos dimos cuenta de que se acababa de abrir una nueva liena de investigación. En algunos juegos el nombre tiene relación con su mecánica, el conecta-4 por ejemplo. Y más precisamente, si hasta ahora el nombre no tenía relación con ninguna parte del reglamento conocido era estricatemente necesario que la tuviera con la única regla que nos quedaba por descifrar.
Había tenido desde el principio la pista más importante delante de mis propias narices y no me había percatado de ello, pero ahora que ya era consciente de ella estaba tan nervisoso que era incapaz de pensar en algo. Perdí mis pensamientos mirando al tablero de 53 en el que Jose y yo habíamos jugadop tantas partidas y fue de repente que concentré la vista en la numeración de las casillas y grité: "¡Jose, coge una calculadora y haz la suma de todos los números del 1 al 14! ¿Cuánto da?"
Jose tardó un poco en ir a buscar una calculadora, pero al de un rato volvió con el resultado: "¡105!".
"Que dividido entre 2 es 52,5, ¡Ya lo tenemos!", si a cada casilla del tablero de asignamos el valor de la numeración de las casillas del 1 al 14 cuando todas las casillas del tablero estén ocupadas, los valores de las casillas sobre las que descansan las fichas de uno y solo uno de los jugadores sumarán 53 o más puntos. Por lo tanto el jugador que de esta forma alcance 53 puntos o más será el ganador del juego.
(Nota: Ahora conociendo la condición final es fácil resolver la siguiente situación: "En caso de que un jugador no tenga movimientos legales, deberá pasar turno.")